
De la mano de Serafín Aldecoa recorrimos algunas de las tumbas más significativas ya sean por razones políticas, artísticas o históricas. El frío de una tarde sin sol, la posibilidad de entrar en la capilla octogonal del recinto, oír la cremación del espacio contiguo, ver salir el humo que genera, la lluvia que había llenado el hueco de una pleurant sobre la tumba rocosa y la noche que se nos echó encima contribuyeron a hacer única esta experiencia de historia. Sentirla hasta en los huesos.
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